jueves, 13 de febrero de 2014

La subjetividad en los textos


 LA SUBJETIVIDAD EN LOS TEXTOS
Modelos y tallas saludables
¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de las chicas con delgadez severa estén satisfechas con su imagen? Este revelador dato, incluido en el estudio hecho por el Ministerio de Sanidad en busca de la unificación de las tallas de ropa de las mujeres, da una clara idea de la influencia que la estética de las modelos y de la publicidad tiene en la población femenina, especialmente en el sector más vulnerable: el de las más jóvenes. Porque la delgadez, severa o moderada, está concentrada, según el mismo estudio, en las chicas de menos de 19 años, otro dato preocupante. Muchas mujeres que siguen el dictado de la moda, aunque no sea al pie de la letra, no pueden evitar ver ahora algo gruesa, por ejemplo, a la modelo Cindy Crawford en sus famosos vídeos de gimnasia de hace 20 años, aunque entonces la vieran estupenda. El dictado de la moda cambia nuestros gustos estéticos, los de las mujeres y los de los hombres, de manera casi imperceptible pero real. La sociedad se ha acostumbrado a una estética femenina que ya no es sólo sacrificada para las mujeres y ensalza de forma desproporcionada los valores estéticos frente a otros, sino que es también insalubre.
Tras la necesaria iniciativa emprendida por Sanidad, hace falta abordar otras. La primera, la revisión de la publicidad. No se trata de promover medidas en exceso reglamentaristas, pero una vez que se ha comprobado que el dictado de la moda provoca situaciones que ponen en riesgo sanitario a muchas mujeres, sí se trata de poner freno a la dictadura sin control de los cánones dominantes.
En las tiendas de muchos grandes modistos, los dependientes hacen gala a menudo de no tener ni siquiera tallas normales (una 42, por ejemplo) y es frecuente que en la 40 no quepa una mujer que use esta talla normalmente. Pretenden seguramente que sólo luzcan su ropa las elegidas, por la talla. Una vez que éstas se unifiquen se podrá señalar con el dedo a quienes sólo busquen vestir a las delgadas, a los que hagan caso omiso de los costes que tiene esta estética para la sociedad, pero también a los que ajusten las tallas a las mujeres y a los hombres con hábitos saludables.
El País (10-02-08)

            La subjetividad propia de los textos argumentativos se manifiesta en numerosas ocasiones mediante elementos modalizadores que expresan el punto de vista del emisor, por ejemplo:
1-      Las modalidades oracionales. Además de la exclamativa, una de las más frecuentes en los textos de carácter subjetivo es la interrogación retórica: ¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de las chicas con delgadez severa estén satisfechas con su imagen?[1] Con ella se implica al lector, que debe interpretar su contenido más allá de su sentido literal. Se llama su atención, a la vez que, en este caso, se presenta el tema. Permite, además, al emisor expresar su opinión y manifestar su posición de una forma muy expresiva.
2-      La presencia del emisor y del receptor (deixis personal). La actitud subjetiva del emisor se refleja, fundamentalmente, en el uso de la primera persona del singular en los verbos y en los determinantes y pronombres posesivos o personales. Si incluye en sus razonamientos al lector, el emisor usa la primera persona del plural: El dictado de la moda cambia nuestros gustos estéticos, los de las mujeres y los de los hombres. Se produce así un efecto generalizador que resulta argumentativamente eficaz. A veces el emisor se dirige de forma directa al receptor en segunda persona para hacerle partícipe de la tesis que defiende (ya sabes, como sabéis, como saben ustedes…). Las fórmulas de tratamiento revelan también la relación que el emisor y el receptor mantienen entre sí.
El hablante organiza el discurso desde su campo de referencias (yo/aquí/ahora), de ahí que la presencia de elementos deícticos guarde relación con la mayor o menor presencia del emisor y, por tanto, de subjetividad en el texto. La deixis temporal se expresa mediante adverbios o expresiones relacionadas con el tiempo (hoy, ayer, dentro de poco). La deixis espacial, mediante adverbios de lugar, demostrativos (aquí, allí, este, aquel). 
3-      El uso de un léxico valorativo, que refleja la opinión del autor. En el texto destacan especialmente adjetivos de connotación negativa (delgadez severa, sector más vulnerable, de una manera desproporcionada, cánones dominantes, sacrificada, insalubre…), sustantivos marcados negativamente (riesgo, dictado, dictadura) y adjetivos que resaltan la importancia de los datos: este revelador dato, otro dato preocupante.
Ejemplos de léxico valorativo son los diminutivos afectivos o los adjetivos y adverbios en grado superlativo (Vaya semanita, extremadamente delgadas).
4-      El empleo de recursos retóricos, en este caso metáforas, aporta expresividad a lo enunciado: poner freno al dictado/dictadura de la moda, señalar con el dedo... Son muy frecuentes en los textos periodísticos de opinión la comparación y la ironía (a veces resaltada con comillas o recursos tipográficos como la letra cursiva, muy efectiva porque implica al lector para descubrir el verdadero sentido de lo expresado).
5-      Uso de elementos que indican expresamente la opinión del emisor (tras la necesaria iniciativa, hace falta, no se trata, sí se trata, pretenden, seguramente): ciertos verbos de pensamiento, dicción o sentimiento (creo, opino, parece que, me sorprende…); expresiones que indican obligación (habría que, hace falta, es necesario…); adverbios o locuciones adverbiales que expresan la actitud del emisor ante el enunciado (por desgracia, posiblemente, sinceramente).
6-      El uso de recursos propios del registro coloquial es una forma de acercarse al lector y ganar expresividad.
7-      Uso de signos de puntuación para enfatizar o destacar alguna idea: puntos suspensivos para enfatizar, paréntesis que incluyen comentarios subjetivos, comillas para resaltar conceptos.
8-      El uso de la impersonalidad con la finalidad de convencer al lector de la verosimilitud de los enunciados: impersonales con “se” (se dice, se piensa); impersonales con “haber” y “hacer” (hay un problema, hace tiempo que); impersonales semánticas mediante el uso del “tú” o del indefinido “uno” para referirse a la primera persona de manera distanciada (cuando llevas mucho tiempo allí te aburres, porque lo que uno dice). El uso de fórmulas genéricas (como todos sabemos, no soy yo quien opina esto sino todo el mundo) produce una despersonalización del discurso que resulta muy eficaz argumentativamente.
           
           
Se observa también la subjetividad en el estilo personal con el que se expresan los pensamientos, a veces cercano a lo literario, en el empleo de citas (argumentos de autoridad), en las repeticiones, en las aclaraciones de contenidos de un término o de una expresión, en la organización de los argumentos siguiendo los procesos de pensamiento del autor (el orden de los elementos oracionales es subjetivo. Las informaciones que se destacan aparecen en primer lugar, intencionadamente o porque no existe posibilidad de reflexión en la elaboración de la oración), en las elipsis de elementos oracionales que se sobreentienden


[1] Algunos de los ejemplos no son de este texto.